Saturday, August 22, 2020

El Problem de la Comunicacion y Sus Relaciones con el Lenguaje :: Spanish Essays

El Problem de la Comunicacion y Sus Relaciones con el Lenguaje La palabraâ€el hablaâ€es la casa del ser. En su morada habita el hombre. Los pensantes y los poetas child los vigilantes de esta morada.â€Carta sobre el humanismo M. Heidegger (1) Las palabras child de todos Eugenio Montale (2) RESUMEN: Adviã ©rtase que no es caprichosa la elecciã ³n de los acã ¡pites que guiarã ¡n el presente trabajo. Ambos, expresan un sentido de verdad respecto de sus propias disciplinas: la filosofã ­a y la poesã ­a, materias singularmente destacadas por M. Heidegger en cuanto a la custodia del instrumento mã ¡s valioso en poder el hombre. Instrumento, herramienta, morada, condensados en la palabra humana que, a su vez, es propiedad de todos segã ºn Montale. La brevedad de las pã ¡ginas que seguirã ¡n intentarã ¡n enforcar los problemas de la comunicaciã ³n desde el lenguaje, la filosofã ­a y la literatura, no sã ³lo como hilo conductor para desarrollar el tema, sino como tributo que se rinde a quienes pasaron su vida inmersos en stories problemas, dedicados a resolverlos y an ahorrar al resto de la humanidad las consecuencias à ­ntimas y externas de ese debatirse. Paul Valery nos advirtiã ³ que dos abismos no cesan de amenazar al hombre: el orden y el desorden. En la prolongada lucha por alcanzar un digno medio entre ambas catã ¡strofes, la comunicaciã ³nâ€como vehã ­culo all inclusive de intercambio entre los habitantes de nuestro planeta†juega un papel de key importancia: la de poner la casa en orden, por lo menos relativo, para que esa morada ocean habitada, Vivida, con decoro. Lamentablemente, prolongados perã ­odos histã ³ricos, se caracterizan por ignorar la sabia advertencia de Heidegger en cuanto a los custodios del habla (poetas y pensadores) quienes no sã ³lo child ignorados sino sencilla y fatalmente barridos de la faz de la tierra o silenciados de modo drã ¡stico para que la comunicaciã ³n humana no adquiera sino una babã ©lica confusiã ³n proclive an envolver en ella a los hombres y sus conductas. Ordenar la morada heideggeriana sin descuidar su calidez, sin abandonar una à ©tica que partiendo de la palabra misma se continã ºe en los actos, implica un ciclã ³peo trabajo que deberã ¡ asumirse hasta el balance de los tiempos, pues el hombre finito aspira a la infinitud de cierta perfecciã ³n diacrã ³nica. Si el hombre mora en el habla y las palabras child de todos, ello requerirã ¡ no una selecciã ³n, no una plã ©yade de pensadores y poetas, sino toda una humanidad capaz de superar sus propios peligros y de comunicarse en cã ³digos limpios y fã ¡cilmente interpretables.

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